viernes, 2 de marzo de 2007
Superpin el heroe asturiano que vive en el Carbayin
¿Es un pájaro?, ¿es un avión?É ¡No, es Superpín, el héroe asturiano que viene de El Carbayín! Más rápido que un raposo, más potente que un tractor, este rapaz de altos vuelos se calza las madreñas para ganar centímetros y defender desde su feliz locura los intereses de las vecinas frente a las mañas arteras del cobrador de deudas.
El grupo de teatro amateur «El Carbayín» ofreció ayer en Los Canapés esta disparatada pieza de teatro, con la que renueva el imaginario del costumbrismo asturiano al aliñarlo con una buena dosis de cómic y grandezas de superhéroe. José Ramón Oliva es el director del grupo y escritor de la pieza. Fue él quien inventó a Superpín, en cuya piel de héroe rural con boina y antifaz se mete Guillermo Suárez.
A Pin, como a Alonso Quijano, también se le fue la pinza de tanto leer. El segundo se transformó en don Quijote; el primero, en Superpín, porque lo suyo no eran las novelas de caballería, sino los cómics. Este chaval, un poco inocente pero de muy buena pasta, se pasaba los días leyendo y holgazaneando; pero hete aquí que un buen día llegó la amenaza al pueblo, personificada en un matón que quiere cobrar deudas, y sus víctimas son las vecinas de Pin. Ni corto ni perezoso, el rapaz decide entonces que lo de héroe lo lleva en la sangre.
Se saca los calcetines por encima de los pantalones de mahón, se apaña la faja como si fuera el calzoncillo rojo de Superman, y la tela de un saco de patatas es el género ideal para confeccionarse la inevitable capa. Porque vuela, vaya que si vuela. O al menos eso dice él, aunque haya disparidad de criterios.
Para entrenarse acude a casa del vecino, que fue boxeador. Allí se prepara levantando sacos, salta a la comba, hace pesas con el garabato y afina su puntería con el gomeru, arma temible en sus manos. El héroe se hace pero también nace, porque Superpín tiene rayos X y puede adivinar en qué bolso está el mechero. El problema es que, igual que Superman, también hay una sustancia letal para él, un poco menos elegante que la kriptonita, todo hay que decirlo. Es el cucho.
«¡Voy!», ése es su grito de guerra, y se lanza a por su adversario, que en un primer momento sufre retortijones y está hecho un guiñapo, pero que después se cansa de darle mamporros al pobre héroe. No hay Superman sin su Lois Lane, en este caso una campesina hipocondriaca que no hace más que quejarse y que lleva la lechera mediada para que no le dé dolor de espalda. La rapaza no le hace al principio mucho caso, pero luego ya le va entrando por el ojo.
«Ye un papel muy lucido, muy agradable, la gente sintoniza muy bien con él», asegura el otro Pin, Guillermo Suárez, funcionario en Pola de Siero, que afirma que José Ramón Oliva, con sus piezas teatrales, es un revulsivo para el teatro costumbrista. Asesor fiscal, Oliva lleva 14 años escribiendo teatro para su grupo, que tiene ya 25 de trayectoria y es como una piña. Ellos consiguen, con su entusiasmo, el vuelo de Superpín.
Fuente: LNE
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