viernes, 23 de marzo de 2007
El ultimo adios a Luis Riera, con aplausos en la Catedral
El repique de las campanas de la Catedral, un respetuoso aplauso de centenares de personas y los primeros sones del «Asturias, Patria Querida», interpretado por la Banda de Gaitas «Ciudad de Oviedo», recibieron ayer el féretro de Luis Riera Posada, primer alcalde democrático de la ciudad, en la plaza de Alfonso II. El coche fúnebre había llegado momentos antes, escoltado por una unidad motorizada de la Policía Local. Seis agentes con el uniforme de gala portaron el ataúd hasta el interior de la basílica, donde se ofició el emotivo funeral de cuerpo presente. La familia de Riera -que fue recibida a las puertas del templo por el canónigo y capellán del Centro Asturiano José Franco Baizán- siguió sus restos mortales hasta el altar mayor, donde a la bandera de Oviedo que cubría el féretro se añadió en ese momento el bastón de mando de la ciudad.
El arzobispo emérito, Gabino Díaz Merchán, presidió la eucaristía, cooficiada por el deán, Ángel Pandavenes, y una veintena de sacerdotes y cantada por la Capilla Polifónica «Ciudad de Oviedo». Díaz Merchán disculpó la ausencia del arzobispo, Carlos Osoro, que se encontraba fuera de Asturias.
La Catedral se llenó de fieles e incluso muchos siguieron de pie la eucaristía. Los primeros bancos de la nave central fueron ocupados por familiares -sus hijos Luis, Margarita, María e Isabel, consortes y nietos del fallecido- y representantes políticos. El alcalde, Gabino de Lorenzo, compartió asiento con los de Piloña, Roberto Pérez, y Llanera, José Avelino Sánchez, con el ex alcalde Antonio Masip y el presidente del Colegio de Abogados de Oviedo, Pedro Hontañón. Junto a ellos, la cronista oficial de la ciudad, Carmen Ruiz-Tilve; el presidente del Tribunal Superior de Justicia de Asturias, Javier Vidau; el vicerrector Santos González en representación de la Universidad de Oviedo, y Miguel Alcañiz, coronel jefe del Acuartelamiento Cabo Noval.
Gabino Díaz Merchán exaltó en su homilía «la simpatía y el buen obrar en su actividad profesional y ciudadana» de Luis Riera, cualidades que, añadió, le granjearon el «general respeto». Aludió también el arzobispo emérito a su reconocida fe, de la que daba testimonio público con su participación en Acción Católica. «Vivió como cristiano y trató de actuar como fiel hijo de la Iglesia en situaciones difíciles y comprometidas».
La suya, señaló Díaz Merchán, ha sido una muerte «muy sentida por toda clase de personas, que le han tributado su homenaje, lo que ahora está siendo motivo de consuelo para su familia». Tras reconfortarles y recordar que el funeral de Luis Riera «tiene por objeto celebrar el paso decisivo de la vida temporal a la eterna», el arzobispo emérito indicó que «nuestra vida toda está unida a Jesús; pedimos que se perdonen sus faltas y pecados para que pueda presentarse en el cielo con la limpieza que se requiere».
Díaz Merchán concluyó pidiendo la intercesión de la Santina, «de la que Luis fue tan devoto», y recordando que la Iglesia celebraba ayer la Anunciación, «un motivo especial para confiar en la intercesión de la Virgen en favor de nuestro hermano».
Fuentes. LNE
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