viernes, 23 de marzo de 2007

Fallece Luis Riera Posada


Todos tenían ayer un recuerdo para este hombre atildado, risueño y menudo, del que destacaban su altura profesional -fue abogado, encabezando un equipo de letrados y ocupando cargos directivos en el Colegio- y la huella que dejó en las numerosas responsabilidades que ocupó en una vida larga y activa: presidente de la SOF, presidente del Centro Asturiano, impulsor del baloncesto en Asturias, deporte que le gustó practicar y de cuyo club Domo era presidente honorífico. Fue también vicepresidente del Real Oviedo, en la época en que el equipo subió a Primera División.

Luis Riera Posada nació un 11 de abril de 1923 en Infiesto y comenzó a ejercer la abogacía en Oviedo en 1947. En 1958 entró por primera vez en la Corporación municipal como concejal. También fue diputado regional, en representación del Ayuntamiento.

Dicen que en Limanes, pueblo ovetense de su familia, se presentó una vez como alcalde pedáneo, y sólo obtuvo un voto. «Contaba siempre que cada vecino le decía que él era el que le había votado», recuerda Aida Oceransky, reflejando un aspecto que todos destacan: su sentido del humor. «Era muy extravertido, debía de ser la persona que más chistes sabía del mundo», dice José María Fernández del Viso, concejal en distintas corporaciones, de antes y después de la democracia, que mantuvo una intensa relación con Luis Riera, desde que a los 24 años lo nombrara directivo de la SOF.

Esa faceta es recordada por el ex dirigente de UCD y presidente de los constructores asturianos, Serafín Abilio Martínez. «Destacaba por su simpatía. Siempre alegre, nunca con mal humor, siempre con el chiste, la anécdota, o cuando te venía con un problema, el mismo talante.

Era un hombre muy comprometido. Un personaje muy singular, con muchas preocupaciones sociales». De esta afirmación da fe el hecho de que renunciara a su primer sueldo como alcalde y entregara la dieta que cobraba, de 10.200 pesetas, a la Cocina Económica.

Serafín Abilio Martínez fue una de las personas que le animaron a meterse en política, cuando era secretario general en Asturias de UCD. «Tuvimos una reunión en el Ramiro y le insistimos mucho. Aceptó, y con él acertamos».

La huella que dejó en Oviedo este piloñés de nacimiento fue reconocida por el Ayuntamiento con la concesión, en 1994, del título de hijo adoptivo de la ciudad, que se suma al que le dio también su concejo natal, como hijo predilecto. Una calle, entre Vallobín y Ciudad Naranco, lleva su nombre.

De su paso por la Corporación queda en el recuerdo la polémica con el PSOE por la construcción del Carlos Tartiere. Luis Riera consiguió que Oviedo fuera sede del Mundial de fútbol de 1982, con cuyos créditos se pudo remodelar el estadio.

Él, sin embargo, de su trayectoria política se quedaba con el logro de haber conseguido garantizar el suministro de agua a Oviedo, que cada verano sufría cortes de abastecimiento.

Se mantuvo activo hasta el último momento, y muchos ovetenses pudieron disfrutar de su humor chispeante y de sus dotes de gran conversador en la radio, de la que fue asiduo colaborador en una tertulia que reunía a veteranos de la política asturiana.

También fue un hombre con un profundo sentido religioso -estuvo vinculado a la sociedad protectora de La Balesquida- y muy unido a su esposa, María del Buen Suceso Lavilla, de la que había enviudado hace unos años, un duro golpe que le costó superar.

Ayer, su vinculación con la Iglesia se dejó notar en la presencia del arzobispo, Carlos Osoro, que rezó por él en su capilla ardiente, que vuelve a abrirse hoy a las diez de la mañana.

Fuente: LNE

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