viernes, 23 de marzo de 2007
¿Como sera el Oviedo del siglo XXI?
«Oviedo debería ser una ciudad abierta al mundo, con una mentalidad de abrirse a las tendencias de todo tipo. No debe pasar lo mismo que ocurrió en el siglo XX, que fue una ciudad cerrada, como la antigua Vetusta. Debe ser una ciudad hospitalaria, no en vano cada vez vienen más turistas, y deben ponerse en marcha más actividades lúdicas durante todo el año. Y, por supuesto, la ciudad ovetense debe ser generadora de empleo para que los jóvenes no se tengan que ir y puedan promocionarse aquí. Y más apoyo al folclore y a la llingua».
«En este siglo que ya ha arrancado, Oviedo debería ser una ciudad segura, cómoda, amplia, sin contaminación acústica y medioambiental. En lo que respecta al barrio que represento, existe una serie de reivindicaciones ya antiguas que no se cumplen porque las administraciones se pasan la pelota unos a otros. A los vecinos no nos importa quién pague las obras y las mejoras, sólo queremos que se hagan. En las disputas políticas los únicos perjudicados somos los ciudadanos».
«No deberían dejarse de lado las infraestructuras, gracias a ellas se ha adelantado mucho en la ciudad. Oviedo ha adelantado mucho en el continente, pero todavía tiene que mejorar en el contenido. Y me refiero a la vida cultural. La ópera y la zarzuela están muy bien, pero se necesita más dinamismo y una programación abierta a un público más amplio. En este punto, cabe decir que se están llevando a cabo muchas iniciativas privadas, muy valiosas pero limitadas. Es cierto que ha vuelto el Festival de jazz, pero yo echo en falta más actuaciones en vivo».
«Revisionistas como estamos, se me antoja difícil incluso predecir el pasado. ¿Qué fuimos? ¿Fue noble el Reino de Asturias? ¿Fue casto Alfonso II? ¿Podemos presumir de nomenclátor callejero? ¿Cómo es Oviedo? ¿Empuja a la vulgaridad o a la extravagancia? ¿Es finolis? Me gustaría una ciudad llena de jóvenes trilingües (además del bable), bibliotecas en las terrazas, librerías de viejo y de nuevo en cada esquina, casas de encuadernación, olor a pegamento, calles con nombres de novela, itinerarios marcados en las aceras para visitar barrios imaginarios...»
Fuente: Pepe Monteserín
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