domingo, 3 de junio de 2007

Se va Pachi Poncela de las mañanas de la Radio

Resulta muy complicado escribir sobre un genio, más aún si es tu amigo y compañero. Es muy difícil explicar, en unas cuantas líneas, qué significa una persona para su empresa y para sus compañeros. Prácticamente imposible.

La mejor forma de hacerlo es contando todo lo que es capaz de hacer durante un día de trabajo, un día que, para ti, Poncela, comenzaba muy pronto, a las cinco de la mañana. Has pasado 17 años contemplando los amaneceres de tu ciudad mientras les contabas a los gijoneses todas las noticias. Desde la Escalerona tomabas el pulso a Gijón y nos decías si teníamos que coger el paraguas o poner camisa de manga corta. ¡Cómo van a echar de menos los oyentes tus previsiones del tiempo!

A las nueve llegaba el desayuno, un desayuno del que he disfrutado durante mucho tiempo contigo. Café, pincho de pollo, «El País» y tu conversación, entretenida e inteligente (poco habitual hoy en día). ¿Cuántos años lleva Lolo cobrándote el café al mismo precio?

Tras el desayuno, otra vez al tajo. Preparar contigo el «Hoy por hoy-Gijón» durante cinco años fue todo un lujo. Muchos jefes deberían aprender lecciones que tú podrías impartirles sobre humanidad y compañerismo. Tienes la facilidad de hacer que el trabajo, para los que están contigo, sea algo más que eso, sea casi una diversión. Y es que compartes tu ingenio con todos los que quieren escucharte y aprender de ti. Veinte cuñas, tres entrevistas, cuatro textos,É a todo te da tiempo, e incluso te sobran minutos para ofrecer temas e ideas a los demás.

Son las doce y veinte. Iñaki antes, Francino ahora, te daban el relevo. Y tú, la «voz» de referencia en nuestra ciudad, lo tomabas sin miedo. Hablabas, sin papeles delante, de lo que te venía en ese momento a la cabeza. Compartías tus inquietudes con los oyentes, las alegrías y las penas (todo el mundo ha seguido expectante el primer año de vida de Álvaro) y nos contagiabas a los demás de tu dedicación y profesionalidad. Durante una hora y cuarenta minutos hacías compañía al taxista, al ama de casa, al conductor de Emtusa,É y todos ellos te van a echar tanto de menos como nosotros. Porque con tus palabras llegas al corazón de los que te rodean y con tu voz ocupas todos los espacios.

El viernes muchos amigos se dieron cita para despedirte. Te aseguro que todos y cada uno de los que estábamos allí albergábamos la esperanza de que, a última hora, te echases atrás, de que me volvieses a pedir las llaves y vinieses tú a levantar las persianas de la radio cada mañana. Pero los que estábamos allí, tus amigos, también sabíamos que ésta es una decisión meditada que marcará el principio de otra etapa distinta. Una etapa sin madrugones, sin micrófonos, pero en la que podrás crear, que al fin y al cabo es a lo que os tenéis que dedicar los genios. ¿Sabes?, te conozco a la perfección y nunca me había imaginado que eras así de valiente.

No hay ni una persona en esta ciudad que tenga dudas sobre tu categoría profesional, pero si existía alguna que tuviese dudas sobre tu categoría personal espero que estas líneas le hayan ayudado a despejarlas. Has sido el mejor jefe, el mejor compañero y seguirás siendo, sin duda, el mejor amigo. Espero verte paseando por las tardes con tus dos tesoros, María y Álvaro, por Begoña, y tomarme, como cada año, una leche helada en el Dindurra contigo para inaugurar la temporada de verano.

A partir de mañana recojo tu testigo y, créeme, es la tarea más difícil que me han encomendado, porque, como ya supondrás, no es fácil sustituir a un genio. Mucha suerte, compañero, y gracias por todo.

Fuente: LNE

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