Aunque la Catedral como conjunto no cuenta con ningún tipo de alarma o sistema de vigilancia, su núcleo fundacional, la torre de San Miguel, donde se ubica la Cámara Santa, tiene una alarma en extremo sensible.
«Hay noches en que nos llaman dos o tres veces de la Policía para que vayamos porque h/Users/manuelroblesfreire/Desktop/images-10.jpga saltado la alarma», comenta el deán Ángel Pandavenes. Su sistema de seguridad capta cualquier movimiento.
«Muchas veces ocurre que se cuela una paloma o un ratón y salta la alarma», pone como ejemplo el deán.
Toda seguridad es poca, porque tras la verja de hierro de la Cámara Santa se guardan las joyas más importantes de la Catedral -las cruces de los Ángeles y de la Victoria, la caja de las ágatas, el arca- y una de las reliquias más importantes del cristianismo, el Santo Sudario.
Pandavenes recuerda que en 1977 se produjo un robo en dicho lugar, perpetrado por José Domínguez Saavedra.
Desde entonces, el Cabildo intensificó las medidas de seguridad en la torre de San Miguel.
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