martes, 17 de abril de 2007

Dos personas colocaron el sudario al Crucificado


Dos personas colocaron al crucificado el Sudario que se guarda en la Cámara Santa de la Catedral de Oviedo: un hombre y una mujer por la diferencia de tamaño de las huellas. A las marcas de sus manos, que «presionaron fuertemente» la cabeza del cadáver, se deben las dos grandes manchas centrales de la tela. A pesar de la fuerza que ejercieron, las dos personas realizaron «cuidadosamente» la operación. Todo, según la investigación que lleva a cabo el Equipo de Investigación del Centro Español de Sindonología (EDICES).

Su director, Guillermo Heras, recreó ayer durante la segunda jornada del II Congreso Internacional sobre la reliquia, cómo pudo ser la secuencia de la escena. Le ayudaron Jorge Manuel Rodríguez, el presidente del Centro Español de Sindonología (CES), y Felipe Montero, director adjunto del equipo que estudia la tela. Heras fue explicando el proceso que ejemplificaron los otros dos colocándole una tela blanca de las mismas dimensiones del Sudario a un voluntario, Jorge Sánchez.

Lo sentaron en una silla -aunque el modelo original estaba clavado en una cruz- y comenzaron a envolver por la nuca la cabeza con el paño doblado. La cabeza se fue cubriendo de izquierda a derecha. Las manos sirvieron para ir ajustándolo a al rostro. En el caso del crucificado, sangrante. El líquido pasó de una parte a otra de la tela doblada, también a través de las manos. Cuando cubrieron prácticamente toda la cabeza, abrieron el lienzo y finalizaron el proceso anudando la tela.

Ahí terminó la representación física del acontecimiento que ahora se estudia y así es cómo colocaron el Sudario, según las últimas investigaciones. Pero Heras explicó los hechos posteriores: el cadáver fue trasladado a un lugar cercano y en el camino pasó de una posición vertical a otra horizontal. Y allí, también con mucha delicadeza, le quitaron el lienzo que, por lo tanto, no sirvió de mortaja del cuerpo.

Aplicó el caso a Jesucristo, guiándose sobre las escasas referencias que hacen los Evangelios a la tela, y por «inferencia» concluyó que pudo ser el sudario que cubrió al hijo de Dios. «Si no es, no tengo ni idea de quién pudo ser porque no hay otro candidato, no hay ninguna referencia», lamentó. Expuso estas hipótesis y recalcó que son coherentes, aunque puntualizó que «hasta que no se contraste, no tomarán cuerpo de verdad».

Después, el público de la Sala Principal del Auditorio Príncipe Felipe -hay 350 personas inscritas- escuchó en pie a Mark Guscin, experto en lenguas antiguas, leer en griego e inglés el pasaje del Evangelio de San Juan que hace referencia a un sudario que envolvió la cabeza de Cristo. Hizo lo mismo, pero en castellano, Sonnia Rivas, mezzosoprano, pianista y autora del libro 'Un carmelita en Flandes', presentado el pasado viernes. Terminó la lectura con la voz entrecortada por la emoción. Todos aplaudieron.

El fervor religioso les une, sin duda, en este encuentro. Aunque en en el recinto también se habla de ciencia. El director del EDICES argumentó que el grupo, formado por 15 expertos de muy variadas disciplinas, aplica el método científico en las investigaciones. Sin embargo, reconoció que «si el lienzo no fuera el de Jesús de Nazaret, para un equipo de estas características perdería mucho interés».

Uno de ellos, Jaime Izquierdo, mostró algunas de las técnicas fotográficas que han utilizado para analizar el Sudario. En la última ocasión que accedieron a la tela, en noviembre de 2006, escanearon las dos caras. La resolución que obtuvieron es muy alta. Tanto que pueden verse las texturas del lino y, por supuesto, de la sangre. «Se puede hacer un facsímil sin que se note la reproducción». Ésta es la idea en la que insiste el CES: que el Arzobispado guarde el Sudario y exhiba una copia para preservar su conservación.

A pesar de la tecnología que aplican y de los 20 años que llevan estudiando si la tela perteneció o no a Jesucristo, siguen sin poder dar una respuesta. Y por lo visto y escuchado estos días, puede que nunca lleguen a afirmarlo. Pero su afán por llegar a una conclusión les impulsa a continuar. A partir de ahora, revisarán parte de lo investigado, reorganizarán el equipo y se adaptarán «a las nuevas técnicas».

Para ello, quieren contar con investigadores asturianos. El responsable de los estudios anunció ayer que propondrá a la Universidad de Oviedo que científicos de la región estudien la reliquia de la Catedral. Su trabajo, eso sí, sería voluntario. Estos nuevos investigadores, deberían «cotejar y establecer una crítica científica seria y profunda» sobre lo ya dado a conocer hasta ahora.

«Soy consciente de que hay cosas que hemos hecho bien y que en otras nos habremos equivocado. Tomará valor cuando haya esa crítica de verdad», añadió Heras que insistió en la necesidad de crear un «buen centro de documentación». Ya lo ha expuesto al Cabildo «que está muy dispuesto», y el CES ofrece su colaboración. El director del EDICES quiere que en setiembre empiece a materializarse su idea.

Fuente: El Comercio

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