sábado, 7 de abril de 2007

La Catedral de Oviedo actualiza la Pasion de Cristo


El tradicional oficio de Vienes Santo, centrado en la celebración de la Pasión del Señor, se desarrolló anteayer en la Catedral de Oviedo a partir de las cuatro de la tarde. Presidía el arzobispo de Oviedo, Carlos Osoro Sierra. El primer templo asturiano, lleno de fieles. El oficio fue en esta ocasión especialmente solemne.

La función religiosa se inició con una procesión por el interior de la Catedral, desde la sacristía hasta el atrio y vuelta por el pasillo central hasta el presbiterio.

Tras una lectura del libro de Isaías -«todos errábamos como ovejas, cada uno siguiendo su camino, y el Señor cargó sobre él todos nuestros crímenes»- se cantó un salmo responsorial con solista y coro «Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu» y «pero yo confío en ti Señor, te digo Tu eres mi Dios. En tu mano están mis azares. Libérame de los enemigos que me persiguen». La segunda lectura, de la carta de San Pablo a los hebreos, invitaba a acercarse «al trono de la gracia, a fin de alcanzar misericordia y hallar gracia para ser socorridos en el tiempo oportuno».

Después, unos versículos de la carta a los filipenses: «Cristo, por nosotros, se sometió incluso a la muerte», cantados por la «Schola Cantorum» de la Catedral de Oviedo, dirigida por el canónigo prefecto de Música Leoncio Diéguez que es, asimismo, catedrático de Composición del Conservatorio Superior de Música de Oviedo. Algunas de las piezas interpretadas, como la que acompañó a la carta a los filipenses, son suyas. El viernes se notó y mucho ese concurso.

A continuación se pasó a la lectura recitada, salmodiada y cantada de la Pasión de Cristo según San Juan, un monumento al arte, la cultura y la piedad. Los episodios, tan conocidos, se sucedían: «No estamos autorizados para dar muerte a nadie» canta el coro y después «A ése no, a Barrabás» y «si sueltas a ése no serás amigo del César»...

A las cuatro y cuarenta y un minutos se llegó al momento cumbre: la muerte de Cristo en la Cruz. Todos de rodillas, se mantuvo un hondo silencio.

Terminada la lectura de la Pasión, el Arzobispo ofreció su homilía sobre el sentido de la redención. Como siempre recordó la devoción asturiana a la Virgen de Covadonga.

A partir de las cinco se inició la ceremonia de la adoración de la Cruz. Los oficiantes la besaron por turno mientras la «Schola Cantorum» interpretaba el canto «Popule meus» de Tomás Luis de Victoria y la coral anónima «Ved la Cruz de salvación». Y ya durante la comunión el magnífico himno «Victoria, tu reinarás», de Julien; «Crux fidelis», de Diéguez, y «O domine Jesu Christe», de Palestrina.

Posteriormente y como cierre de oficio de Viernes Santo, el Arzobispo impartió la triple bendición con el Santo Sudario, una de las dos reliquias capitales de la cristiandad que se custodia desde tiempo inmemorial en la Cámara Santa de la Catedral de Oviedo. Por cierto, el próximo día 13 se abrirá en Oviedo el II Congreso internacional sobre el Santo Sudario,

La bendición se acompañó, según tradición, por el canto del miserere. El pasado verano el catedrático de Musicología de la Universidad de Oviedo, Ángel Medina, reveló que el miserere se compuso realmente a inicios del siglo XX así que no tiene una antigüedad de cientos de años como se presumía. Ayer se interpretó, depurado de algunos errores de transcripción, según una gran labor de Diéguez y ciertamente se notó mucho el cambio.

Fuente: LNE

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