lunes, 9 de abril de 2007

"Somos los custodios del Santo Sudario", afirma el Arzobispo de Oviedo


El arzobispo de Oviedo, Carlos Osoro, recordó ayer a los fieles, durante la misa de Pascua celebrada a las doce y media en la Catedral, que Oviedo guarda en la Cámara Santa un testimonio de la Resurrección de Jesucristo, «una herencia que nos impulsa a ser, con mayor compromiso, testigos de Nuestro Señor». Se trata, obviamente, del Santo Sudario, del que, dijo, «somos propietarios y custodios», y que constituye un retazo de «memoria de la Resurrección».

El Evangelio de San Juan, el pasaje en el que se describe el descubrimiento del sepulcro vacío y que fue leído ayer durante la celebración eucarística, hace referencia al Sudario que se guarda en Oviedo, del que se dice que permanecía «enrollado en un sitio aparte», lejos de las vendas esparcidas por el suelo. Esa mención dio pie al Arzobispo a reflexionar sobre la responsabilidad que supone para la Iglesia asturiana custodiar esa reliquia.

La misa pascual comenzó tras la procesión del Resucitado. El Arzobispo, con casulla dorada, presidió la celebración acompañado por el cabildo catedralicio. También asistió al oficio el secretario de la Nunciatura católica en España, Luigi Bianco, así como un obispo uruguayo. Los hermanos mayores de las cofradías y hermandades de la Semana Santa se sentaron frente al altar mayor, a la izquierda del ara, y al otro lado ocuparon los asientos otros cuatro compañeros, cada uno con el pendón distintivo de su congregación.

La «Schola Cantorum», dirigida por el maestro de capilla Leoncio Diéguez, acompañó la liturgia interpretando fragmentos de la misa de Griesbacher y obras de Mozart y Antonio Lotti, así como algunas composiciones de Diéguez. También se estrenó una obra de Fernando López Blanco, uno de los tres solistas que ayer se dejaron oír en la Catedral. Las otras voces fueron las de Vanesa Riego y María Antonia Entrialgo.
Unidad eclesial

En su homilía el Arzobispo animó a los feligreses a anunciar «la alegría de haber encontrado a quien nos sostiene y nos eleva a la misma dignidad de Dios» y se refirió al de ayer como a «un día de esperanza universal». Entre las sugerencias que hizo a los asistentes a la misa, que ocuparon todos los bancos de la nave central y las sillas de plástico colocadas a ambos lados del crucero, destaca su llamada a «mantener la unidad de la Iglesia», bajo la dirección del Papa Benedicto XVI. Citó a Juan Pablo II y dijo que «hoy el mundo creerá a los cristianos si vivimos en la comunión». Hay que tener «el coraje de anunciar al Señor», añadió.

Las últimas palabras del Arzobispo durante la homilía estuvieron dedicadas a la Virgen de Covadonga, a la que rogó por todos los fieles congregados ayer: «Os quiero poner en manos de la Santina de Covadonga».

La eucaristía fue impartida por varios sacerdotes, que se repartieron por la Catedral. El deán lo hizo bajo el retablo de la Inmaculada, ante a capilla del Rey Casto. Antes de despedir a los fieles, el Arzobispo, desde el altar, les impuso la bendición con indulgencia plenaria y finalmente les felicitó personalmente las Pascuas a la salida del templo.

Fuente: LNE

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