martes, 10 de abril de 2007
Se jubila el ultimo madreñero de los Oscos
Con la retirada de Guillermo López ha desaparecido el último madreñero que quedaba en la comarca de Oscos-Eo, pese a que fue una actividad que estuvo en auge en esas tierras. Y todo ello se debió a haber perdido el dedo meñique de la mano derecha, un contratiempo grande teniendo en cuenta que son necesarios los cinco dedos para dominar la cuchilla y, sobre todo, para tallar.
A pesar de que le gustaría continuar con las madreñas para estar más entretenido, ahora ha de conformarse con los gratos recuerdos de aquellos tiempos como cuando llegó a los Oscos un equipo de Televisión Española para rodarle en su trabajo y con una orden severa: «Usted, boca cerrada que no entran moscas». Y con esa imposición le mantuvieron durante las cinco horas que duró el documental sobre cómo hacía una madreña. Y un contratiempo fue cuando la burra castellana de su casa tuvo la ocurrencia de relinchar, siendo necesario borrarlo todo y comenzar de nuevo el rodaje.
Tiene otro buen recuerdo para el par de madreñas que le regaló a la Reina, doña Sofía, con motivo de una muestra de artesanía que visitó en el Campoamor de Oviedo y en la que la Reina se mostró muy conforme con la madreña que probó en su pie. Y un tercer recuerdo lo tiene para los mocasines que Butragueño le encargó por medio del propietario de un restaurante habiendo sido el calzado con el que el madridista saltó al Carlos Tartiere para hacer el saque.
Y es que Guillermo López es una caja de sorpresas por su versatilidad y maña, ya que junto a las madreñas ideó mocasines que resultaron un éxito, ya que los mismos eran de madera interizo, es decir, de una sola pieza. Muchas de sus piezas viajaron a Alemania, Rusia, Estados Unidos y otros países del extranjero, mientras que el peor mercado lo tenía en los Oscos, al ser poco exigentes los clientes y conformarse con cualquier cosa que les resultara barata para meterse en la tierra. En cambio, las suyas eran madreñas de pura artesanía, y de ahí que todas marcharan para el extranjero, ya que recuerda que no pasaba un solo turista por su casa que no se marchara con un par de madreñas.
Recuerda Guillermo que si estuviera en condiciones de trabajar podría ganar hasta 150 euros por cada par de mocasines, un precio determinado por el tiempo, ya que tendría que emplear dos días y medio en hacer un par. Guillermo López se encuentra satisfecho de su formación autodidacta al haber aprendido por sí sólo todo cuanto hace. Nadie le enseñó a hacer madreñas, y recuerda que cuando hizo las primeras le falló todo, las medidas, las ideas, las manos y no salió nada a derechas.
Mas el tiempo y la constancia hicieron de Guillermo un verdadero artesano madreñero, pero sus inquietudes no se quedaron en eso, sino que es fabricante de zapatos a la medida y de botas; es peluquero, tiene corte y confección, director de ventas y llegó incluso a impartir cursos de promoción profesional obrera, lo que se conocía como el PPO. Sin embargo, aún no comprende hoy en día por qué no aceptó la oferta de la fábrica de Lois para ocupar la dirección de pantalones de su marca, un cargo que tendría que haber ejercido en la fábrica de la compañía en Requena.
Prefirió quedarse en la humedad y el frío de los Oscos. Incluso hubo una época en la que Guillermo recorría la zona como vendedor de las camisas Ike que fabricaba en Gijón su primo Enrique López. Fueron años de actividad grande de estas prendas, de manera que aún recuerda cuando visitaba a los trabajadores de la mina Excomulgada y regresaba con todo vendido.
Una de sus grandes frustraciones es no haber prosperado en la política local, cuando hace un montón de años se presentó en una candidatura. Él lo justifica con el consuelo de que aquél no era su momento, a pesar de ser una persona que cree que podría haber sido un buen alcalde.
Y aunque todavía no excluye del todo volver a saltar al ruedo en las siguientes elecciones, este viernes se mostraba decidido a no presentarse, ya que su edad actual, 76 años, podría dejarlo fuera de toda actividad política. Aunque su talento natural y su cultura y sus formas le podrían convertir en un alcalde destacado por su sentido común, ajeno a cualquier debilidad política y mirando siempre el interés general de los vecinos y del concejo.
Guillermo López, que hace un tiempo cerró su bar de Bustapena, sigue añorando los años de actividad que le permitían trabajar.
Fuente: LNE
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