jueves, 26 de abril de 2007

No se puede abandonar la cria del urogallo


Hay símbolos que llevan de pena este cambio de siglo. Dos especies animales otorgan certificado de excelencia a la naturaleza asturiana: el oso y el urogallo. La población osera, tras superar una «década negra» entre los ochenta y noventa del pasado siglo XX, se ha estabilizado e incluso repunta, según algunos expertos.

Por contra, el ave cuyo canto gutural caracteriza los amaneceres de mayo en el bosque astur, está ingresado en la uvi. En 1982 se contabilizaba un centenar de cantaderos de urogallo en la Cordillera. En 2000 ese número se reducía a 42. Y todo apunta a que el declive se está acelerando. Hace dos años el urogallo fue declarado especie en peligro de extinción.

Tal y como están las cosas hay biólogos que piensan que los únicos urogallos vivos que podrán contemplar los asturianos de finales de esta centuria serán aquellos nacidos en el centro de cría en cautividad en construcción en el paraje conocido como La Mata, cerca del pueblo de Ladines, (Sobrescobio). Será el primer centro de estas características que se dedica en la cornisa Cantábrica a la reproducción del urogallo en cautividad. Es una tarea que no presenta excesiva dificultad técnica, pero sobre cuya efectividad hay serias dudas entre los estudiosos de la especie.

El centro de cría de urogallos de La Mata -un paraje con unas extraordinarias vistas sobre el valle donde se asienta Rioseco- forma parte de un proyecto de 4,5 millones de euros para dotar de más atractivos turísticos al espacio protegido de Redes. En su diseño inicial, el llamado «parque de la fauna» contemplaba diversos centros de exhibición de animales en cautividad como anfibios, reptiles e incluso la llamada «casa del murciélago».

Finalmente, aquella especie de parque temático sobre la fauna asturiana, con distintos centros por todo el territorio de Redes, constará del mencionado centro de cría del urogallo, un aula didáctica sobre esta especie en el pueblo casín de Tarna, seis miradores distribuidos por los dos concejos del parque y un «hospital» para la recuperación de animales, enclavado también en el municipio coyán, en el paraje boscoso de El Castrín.

Este hospital para animales será el único visitable, pues al centro de cría en cautividad sólo podrá acceder el profesional encargado de mantener a la prole de urogallos en las jaulas del centro de La Mata. Para evitar estresar a los urogallos, sólo una persona podrá acceder a las aves. Los demás podrán verlos desde el centro de El Castrín, gracias a un sistema de cámaras.

Pero ¿qué sentido tiene el centro de cría de La Mata? Desde la Consejería de Medio Ambiente del Principado se da más importancia a su función como banco o reserva genética de la especie que como unidad repobladora de bosques, advertidos de que experiencias similares desarrolladas en Alemania, Polonia o la República Checa no han tenido éxito.

Los expertos en urogallos, que suscribieron un informe muy crítico con la cría en cautividad publicado por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), incidían en que los urogallos criados por el hombre tenían escasas posibilidades en un entorno salvaje: son inocentes ante los predadores e incluso carecen de la capacidad de digerir algunos componentes de su dieta natural.

El centro de Sobrescobio se orientará más «a la producción genética» y menos a la repoblación, aunque la Consejería admite que no antes de ocho años podrían hacerse sueltas -previo paso por un «parque de adaptación»- de los individuos excedentes de esa reserva genética.

Para conseguir un banco genético habrá que contar con individuos de los tres núcleos de urogallo que aún se conservan, a fin de mantener la variabilidad genética y evitar problemas derivados de la endogamia. También en este punto hay discrepancias, pues los expertos críticos con el programa creen que podría aumentar la endogamia en la especie y advierten de que para conseguir una elevada variabilidad habría que coger «un número muy elevado de huevos de una población en declive».

Los resultados del centro de cría de Sobrescobio aún están por ver, pero está claro que no servirá para atajar el acusado declive del urogallo cantábrico. La clave es la recuperación del hábitat, un bosque caducifolio de especiales características que cada día se ve más acosado el hombre. Ojalá el centro de La Mata no sea el «canto del cisne» del urogallo.

Fuente: LNE

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