miércoles, 30 de mayo de 2007
"El bollo no puede perderse nunca"
«¡El bollu no puede perderse nunca!», comenta eufórica Sara Suárez, «ovetense de pro y siempre del Martes de Campo». Apostada en las escaleras del paseo del Bombé, en el Campo San Francisco, la mujer rebusca en unas bolsas de plástico sin perder de vista a la Banda de Gaitas «Ciudad de Oviedo». «Traje de todo: bollo, tortilla, filetes..., aquí hasta por la tarde», anima a su grupo de amigas. Al igual que ella, miles de ovetenses «se echaron» ayer a la calle para cumplir con una de las tradiciones más ancestrales de la la capital, con nueve siglos de historia.
Antaño, los cofrades de La Balesquida subían en procesión hasta la capilla de Santa Ana de Méxide, y allí celebraban una comida campestre similar a la protagonizada ayer en el Campo San Francisco, pero casi sin comensales en el césped, aún humedecido debido la lluvia caída por la noche.
Quizá fue ésta la razón por la que centenares de veteranos de esta fiesta decidieron madrugar para coger sitio en una de las mesas de plástico instaladas en el Bombé, a pocos metros del puesto en el que cofrades y socios de La Balesquida repartieron ayer unos 7.000 bollos y otras tantas botellas de vino.
Media docena fue degustada por el Alcalde y la mayoría de concejales del actual gobierno municipal. Incluso desde el otro lado del Atlántico, Joe Pando, concejal honorario y residente en la hermanada ciudad de Tampa (EE UU), aprovechó su visita a Oviedo -«vine para votar»- para dar buena cuenta de un manjar «que allí echo mucho de menos».
Consuelo Abad, su hermana, y dos amigas fueron de las afortunadas que disfrutaron de «mesa y mantel en el parque», que llenaron con «tortillas, queso, embutido y hasta natillas». A pocos metros, un grupo de habituales de los paseos por el parque se citaba con un amigo de Navarra, encargado de traer el vino, y montaba la fiesta con «chorizo de Salamanca, bollo y queso, todo acompañado de buen vino, que no puede faltar». Tampoco faltaban los puestos ambulantes, instalados, la mayoría, en el paseo de los Curas.
Mientras el Campo San Francisco se convertía en cita de los más tradicionales, otras zonas verdes como el Parque de Purificación Tomás, el de Invierno o la falda del Naranco comenzaban a llenarse de grupos de jóvenes incondicionales del «botellón», que ayer acompañaron de bollos y bolsas de aperitivos.
Fuente: LNE
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