lunes, 21 de mayo de 2007

El concejo de Nava, donde nace la sidra


Nava se localiza en el gran surco interior que se abre entre Oviedo y Cangas de Onís, en la cabecera del río Piloña. Atractivo y suave paisaje de amplios valles, ondulado al Norte por los pequeños relieves prelitorales (L'Arbazal 565 m) de la parroquia de Cuenya.

Es un espacio muy humanizado por las tradicionales actividades agroganaderas y por el denso poblamiento, encabezado por la villa. Pero el Sur trae de golpe la montaña, con el impresionante perfil de Peñamayor (1.115 m) y el alto cordal que culmina en La Triguera (1.291 m). Sur montañoso también en el límite oriental, el Picu Múa, la cabecera del río Ortigosa y el cordal de Ques.

Nava forma parte de los concejos que han conseguido estabilizar su población y mantener el crecimiento de su capital, una pequeña villa de 2.130 habitantes y larga tradición, que ha crecido apreciablemente en las últimas décadas, hasta situarse en ese grupo de centros comarcales de acentuada calidad de vida que consiguen atraer población de su propio ámbito rural, pero también de la Comarca de la Sidra y de otras partes de la región, incluida el área metropolitana.

Nos muestra Nava que una apreciable calidad residencial hace que se atraiga población desde áreas menos privilegiadas en su oferta residencial, en un marco regional en el que la población apenas crece y, por tanto, son fundamentales los movimientos de redistribución y la captación de flujos de inmigrantes. También deja claro el difícil futuro de los pequeños pueblos y aldeas más aislados o de peores condiciones residenciales, si éstas no se mejoran radicalmente. La villa crece de forma continuada, pero el concejo mantiene un leve descenso.

Nava fue un concejo de villa tradicional y aldeas; hoy la villa mira hacia el área metropolitana, donde trabaja una buena parte de sus activos, pero el concejo, que se mantuvo alejado de la minería, conserva unas pautas de funcionamiento, acrecentadas por su posición geográfica, que lo llevan a compartir el destino de diversificación rural con los vecinos Piloña y Parres, posibilidad real de unión funcional que de acrecentarse en el futuro contribuiría a mejorar el equilibrio territorial de todo el país a la vez que a dinamizar estos concejos.

Cuando se modernizaron las redes de transporte por carretera y se construyó la variante de Nava, existía la duda de si ésta perjudicaría a la villa. Se ha visto que son mucho más importantes la calidad residencial, los equipamientos, los servicios y una buena conexión a la red básica que el hecho de que las vías crucen los centros urbanos. El desafío hoy es la mejora de los servicios ferroviarios y su integración metropolitana, y la conexión a la autovía en Lieres.

El poblamiento se resuelve en 60 pueblos y aldeas. Como ya hemos visto en otras partes, pocos superan ya los cien habitantes, la mayoría en la parroquia y cercanías de la capital: Castañera, Llames, Piloñeta, Quintana, Viobes y Villa. También Villamartín (El Remedio) y Prunea (Cuenya). Ceceda es el único que sobrepasa los 200 habitantes. Si la parroquia de la capital mantiene sus efectivos, las demás los pierden, más a medida que nos apartamos del valle principal (Cuenya, Priandi).

El reparto del empleo nos habla de un concejo de economía diversificada por una evidente voluntad emprendedora. La ganadería aún mantiene 300 empleos, los mismos que la industria, en la que destaca el sector agroalimentario; 225 en la construcción y 800 en los servicios. Casi la mitad trabajan fuera del concejo, lo que da muestras del ya importante grado de integración de Nava en el ámbito laboral metropolitano.

Hay otros indicadores positivos: saldo migratorio, evolución reciente del empleo y una abundante capacidad empresarial, que queda reflejada en las numerosas, pequeñas y dinámicas empresas agrupadas en los sectores de la madera, construcción y el agroalimentario. Pero hay uno negativo que se reitera: la baja tasa de natalidad. El envejecimiento es similar a la media asturiana.

En un concejo de tradicional producción lechera, complementada por la producción cárnica que aprovecha los pastos de montaña, la situación tiende a invertirse, pues las explotaciones lecheras disminuyen, quedan 53 de las 175 de hace diez años, aunque se mantienen el volumen de producción total y la importancia de la cabaña ganadera.

Nava ha avanzado de la mano del proyecto comarcal, de liderar un proyecto de identidad y diferenciación, y de levantar la voz en el borde del mundo metropolitano, aprovechando a la vez su integración y su posición externa. Queda por mejorar su capacidad para aumentar su actividad industrial, para lo que dispone de suelo, saber hacer y comunicaciones.

Debe fortalecer su sistema local de empresas, con la sidra y la madera como elementos identificadores, para lo que debe aumentar su masa y reforzar su proyecto con los vecinos de Piloña y Parres. Hay margen de crecimiento de la actividad y de la población activa, hoy baja en términos relativos. Y, en cualquier caso, deberá tener muy en cuenta el dinamismo del surco Nava-Infiesto-Arriondas, a partir de su triple función: empresarial, residencial y turística.

Además, Nava tiene un manifiesto atractivo paisajístico, que ha explotado para definir su papel en la organización territorial asturiana. Trabajando la calidad aplicada al paisaje, a la función residencial y a la expansión urbana de la villa, a las nuevas áreas empresariales, a los servicios públicos, a las conexiones y redes de comunicación, reales y virtuales. Ahí está el presente. En el aprovechamiento del gozne sierense de Lieres, núcleo fundamental de su vinculación metropolitana y en la mejora de la comunicación con el valle del Nalón, a través del nuevo eje.

Y el futuro, en la potenciación del eje del Piloña, para recrear un nuevo país, una nueva centralidad comarcal, compartida con otros -pero centralidad, al fin y al cabo-, que tiene en las atractivas villas y su capacidad empresarial su principal activo y un prometedor futuro.

Fuente: LNE

No hay comentarios: