En el libro «La expedición de Juan de Oñate», de José Antonio Crespo-Francés, se señala un acontecimiento a la vez modesto y trascendente: de una trascendencia que alcanza a nuestros días y puede ser considerado como anterior a una de las tradiciones norteamericanas más profundas. Juan de Oñate era hijo de Cristóbal de Oñate, compañero de Hernán Cortés en la conquista de México y uno de los cuatro fundadores de Zacatecas, y después de luchar contra los indios bravos del Norte, se internó en su territorio con ánimo de explorarlo y conquistarlo, recorriendo tierras que hoy constituyen Nuevo México, Oklahoma, Kansas, Colorado y el Noroeste de Texas, en las que estableció guarniciones, fundó poblados, inició la ganadería y la agricultura e introdujo plantas nuevas y animales que jamás habían pastado en aquellas regiones.
Naturalmente, acompañaban a los expedicionarios varios misioneros franciscanos. Sobre esta exploración escribió un poema épico Gaspar Pérez de Villagrá, que formó parte de ella. El 30 de abril de 1598, los sobrevivientes se reunieron en torno a una gran hoguera en la que se asaban pescado, carne y frutas, «para rememorar lo sufrido y para agradecer al Señor el feliz resultado de tanta agonía», en un lugar próximo a El Paso, en Texas. Fundamentándose en ello, Crespo-Francés concluye que esta comida con trasfondo religioso fue el primer día de Acción de Gracias celebrado en territorio norteamericano, dentro de lo que serían posteriormente los Estados Unidos.
Sabido es que en toda Norteamérica se hace la fiesta del «Thansksgiving Day» o día de Acción de Gracias en conmemoración de la celebración de los frutos de la nueva tierra efectuada en 1621 por los Padres Peregrinos que habían llegado a Massachusetts el año anterior. Es evidente que antes de que esta primera celebración cristiana tuviera lugar en suelo norteamericano, se efectuó la de los expedicionarios de Oñate en El Paso, y aún treinta y tres años antes, don Pedro Menéndez de Avilés funda la ciudad de San Agustín, en La Florida.
Como escribe William R. Adams: «Fundada en 1565, la ciudad de San Agustín es el asentamiento de origen europeo más antiguo de los Estados Unidos. Cuarenta y dos años antes de lo que los ingleses llegaran a Jemestown y cincuenta y cinco años antes de que los padre peregrinos pisaran por primera vez Plymouth Rock, los españoles habían fundado el primer pueblo que habría de perdurar en lo que se convertiría con el tiempo en la nación norteamericana».
Mucho antes que Pedro Menéndez de Avilés se habían establecido los vikingos más al Norte, pero como bien precisa Mr. Adams, San Agustín fue el primer pueblo norteamericano «que habría de perdurar». No fueron, en cualquier caso, los españoles de Menéndez de Avilés los primeros europeos que se establecieron en La Florida, sino que allí había una colonia de hugonotes franceses que, ejerciendo la piratería, dificultaban la navegación por aquellas aguas.
La misión principal del navegante asturiano era la de desalojar a los hugonotes, antes por herejes que por piratas, cosa que hizo con eficacia y sin contemplaciones.
El 28 de agosto de 1565, el avilesino Pedro Menéndez de Avilés funda la ciudad de San Agustín, por ser el santo del día, y, casualmente, el santo patrono de su villa natal. San Agustín no es el ilustre autor de «La Ciudad de Dios» y de las «Confesiones», sino el evangelizador de Inglaterra y primer arzobispo de Canterbury, de quien nos cuenta Beda el Venerable en su «Historia Eccleseástica Regis Anglorum».
En una capilla bajo su advocación en el Bosque Blanco de Gales le comunican a Arturo el fracaso de Perceval en el castillo del Grial. A San Agustín de La Florida llegaron las asechanzas de los piratas y las ululaciones de los indios. pero la ciudad prevaleció. Como escribe el cronista Gonzalo Solís de Méras, «fueron navegando hasta el 28 de agosto, día de Sant Agustín, que descubrieron la tierra de La Florida, hincándose todos de rodillas, diciendo el "Te Deum Laudamus", alabaron a Nuestro Señor, prosiguiendo toda la gente sus oraciones, suplicando a Nuestro Señor les diese toda victoria».
Ésta fue la primera ceremonia religiosa cristiana documentada al norte de Río Grande. Sin duda, los hugonotes habrían hecho antes sus rezos y ceremonias, ya que por ser herejes no dejaban de ser religiosos y cristianos, sino más bien al contrario. Pero el primer día de Gracias constatado se realizó por obra de un asturiano hosco, aunque insigne.
Fuente: LNE
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