martes, 15 de mayo de 2007

El objetivo: medio millon de empleos para Asturias


Los programas de los partidos políticos vuelven a estar salpicados de números-promesa, como se ha visto en estos días de precampaña. Todos podrían añadir una cantidad más, según las opiniones recogidas en el ámbito académico para hacer una aproximación a la Asturias del empleo que quieren los asturianos: el objetivo de conseguir en los próximos años que haya 75.000 ciudadanos más con trabajo.

Serían los necesarios para que el Principado, región que ha recuperado fuerza laboral, pero que sigue a distancia del perfil medio de las comunidades españolas, acabe con esas distancias. Precisa para ello, conforme a los mismos cálculos, que los asturianos que trabajan se acerquen al medio millón.

La encuesta de población activa (EPA) es el instrumento estadístico internacionalmente homologado para medir el pulso del empleo en un territorio. Y la EPA apunta, entre otros rasgos posibles contrastados con expertos de la Facultad de Económicas de la Universidad de Oviedo, los siguientes cambios en el mercado laboral asturiano.

l Asturias ha encadenado ocho años consecutivos de creación de empleo y ganado en una década más de 110.000 personas con ocupación laboral, rozando las 425.000 y sobrepasando en este tiempo los niveles que la región tenía antes de que, en la década de los años ochenta del pasado siglo, el bisturí reconversor recortara decenas de miles de puestos de trabajo en la industria y el campo asturianos.

l La tasa de ocupación -proporción de la población mayor de 16 años que trabaja- ha aumentado en ocho puntos, pero aún es la más baja del país.
l Como en otros territorios, la mujer ha sido la protagonista principal de los avances en el mercado laboral. Ellas representan el 67% de los 38.600 asturianos que entre 2003 y 2006 engrosaron la lista de personas con ocupación. Aún así, las tasas de paro femenino y también de desempleo juvenil superan las medias nacionales.

l En ese mismo tiempo, la tasa de paro pasó del 11,15% al 9,31, ocho décimas por encima de la media española.
l Asturias ha ganado empleo en todos los sectores, salvo en el campo, pero, amoldándose al patrón de las economías occidentales, la región ha acentuado su terciarización. Seis de cada diez empleos están en esas actividades.

lLa temporalidad del empleo (proporción de asalariados con contrato eventual) se ha acentuado, como también ha ocurrido en el conjunto del país, rebajando el diferencial positivo que, por el perfil industrial y el peso del sector público, ha tenido históricamente la región. En 2003, el 72% de los asalariados tenía empleo fijo; en 2006, había bajado al 68,9.
l Otros indicadores ajenos a la EPA, como el paro registrado en las oficinas públicas de empleo o las afiliaciones a la Seguridad Social, han evolucionado en los últimos meses con resultados más favorables en la apariencia estadística que el comportamiento medio de las regiones españolas.

Luces y sombras en el reflejo laboral de una economía que crece, pero lo hace aún a velocidades más lentas que la mayoría del resto de España. ¿Qué meta fijar para los próximos años, para quienes dirijan la región a partir del resultado electoral del 27 de mayo? «La referencia debe ser la tasa de ocupación, alcanzar los objetivos de la Agenda de Lisboa». Florentino Felgueroso, profesor titular de la Facultad de Económicas de Oviedo, señala hacia los compromisos que los países de la UE pactaron en la capital portuguesa al inicio del siglo XXI: conseguir el «pleno empleo», que el 70% de los asturianos con más de 16 años tenga trabajo, sea asalariado, autónomo, empresario...

Propósito seguramente inabordable en sólo cuatro años, pero sí lo es recortar distancias. «Hemos aumentado ocho puntos y nos quedan todavía once. Los jóvenes han visto aumentar su tasa de empleo, contribuyendo de una forma significativa. Y lo han hecho también las mujeres, de cualquier edad, que representan el 80% del aumento de la ocupación durante la última década», anotó el profesor Felgueroso. Reparó, además, en otra singularidad de Asturias, un territorio donde, presumiblemente por su menor tono económico, la llegada de inmigrantes ha sido mucho menos intensa que en otros. «Es algo que nos diferencia: el avance que se ha conseguido en la ocupación, al contrario que en otros sitios, ha sido principalmente con trabajadores de aquí, por la mejora de la empleabilidad entre colectivos como jóvenes y mujeres y, curiosamente, entre la gente con nivel educativo superior».

La cuestión de la salida de asturianos a trabajar en otras comunidades están muy viva en esta cita electoral. Se aborda en todos los programas políticos. Felgueroso, partidario en sus análisis del mercado laboral de «derribar mitos», pone en cuestión tesis que se han construido sobre todo desde el ámbito empresarial. «Da la sensación de que en muchos sectores estamos creciendo en términos de baja productividad, compitiendo a bajo coste, con condiciones laborales más precarias». De acuerdo con esa opinión, la marcha de asturianos guardaría más relación con el mayor atractivo de las condiciones de trabajo que se ofrecen fuera que con el desajuste de formación del que tanto se ha hablado en sectores como la construcción, la hostelería o la industria del metal.

Otro «mito a derribar». El profesor Felgueroso destaca cómo la encuesta de población activa constata que el protagonismo del sector de la construcción en los avances del empleo asturiano ha sido limitado y pone en cuestión la condición de «motor de la economía asturiana» que se ha asignado a esa actividad al calor de la obra pública y del «boom» inmobiliario. «En cinco años (2001-2006) el aumento total de empleo fue de 58.000 personas y la construcción sólo aportó el 13%, mientras los servicios intensivos en conocimiento -ligados a las nuevas tecnologías, a las comunicaciones, al sistema financiero...- generaron el 39%». Empleos en servicios de alto valor añadido que, comenta Joaquín Lorences, catedrático de Fundamentos del Análisis Económico, «enganchan a Asturias al siglo XXI».

De Lorences es la cuenta de los 75.000 ocupados más que debe sumar la región. «En una economía como la asturiana, que está consiguiendo importantes avances en su modernización, con un sector privado cada vez más implicado en el desarrollo regional y con unos agentes sociales que han demostrado su capacidad negociadora, la fijación de un número de ocupados como objetivo regional es más fácil de definir y gestionar que otro sobre el paro.

Lograr a medio plazo una tasa de empleo como la media española supondría crear unos 75.000 nuevos empleos». Y añade el catedrático: «Esta cifra es claramente superior a la de parados (40.000), pero ¿acaso creemos que no hay ese volumen de asturianos dispuestos a trabajar ya?». Cuentas como las que aporta la EPA han persuadido a los investigadores de que en Asturias, como en cualquier otro territorio, hay una variable legión de «desanimados», de personas que permanecen al margen del mercado laboral, que no buscan activamente trabajo.

Poner el listón en los 500.000 empleos exige revolucionar el motor económico, la iniciativa, y conseguirlo tendría otras consecuencias positivas igualmente mensurables, a decir de Lorences. «Un incremento así del número de ocupados, suponiendo que se mantiene la productividad media actual, determinaría por sí solo un incremento sustancial de la renta per cápita asturiana, desde los 19.868 euros actuales, que la sitúan entre las regiones con menor renta, a los 23.000 euros, por encima de la media nacional».

Otra utilidad del objetivo de los 500.000 asturianos con trabajo: de ser asumido por los partidos políticos, los electores podrían examinarlos con una herramienta matemática y homologada. La EPA los pondría a prueba cada trimestre.

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