domingo, 20 de mayo de 2007

En Asturias, cada dia se separan once matrimonios


Cada vez más parejas asturianas se dan el «no, quiero». Hace tan sólo tres años se rompían entre siete y ocho matrimonios diarios en Asturias. La cifra se eleva ahora a once rupturas debido al espectacular aumento de los pleitos por divorcio. Los Juzgados de familia de la región están saturados, sobre todo después de la entrada en vigor, en julio de 2005, de la nueva ley del Divorcio, conocida como «divorcio express», que ha favorecido rupturas más rápidas y menos costosas.

Desde entonces se han disparado estos pleitos hasta el punto de que el Principado superó por primera vez el umbral de los tres mil divorcios el pasado año.

Los divorcios crecen a un ritmo proporcional al del descenso de las separaciones. Y es que muchas de las separaciones que estaban en período de trámite han derivado en divorcios. Tiene su explicación: ahora las parejas que quieran divorciarse pueden hacerlo una vez que hayan transcurrido tres meses (o menos, en caso de maltrato doméstico) desde el día en el que contrajeron matrimonio, sin tener que haberse separado primero, como ocurría antes. Además, la ley suprime las causas para disolver el matrimonio. Antes había que alegar los motivos para suspenderlo.

Con la separación legal, la reconciliación se produce por expreso deseo de cada uno de los cónyuges al manifestar al Juzgado (por separado) su deseo de volver a formar parte del matrimonio. El divorcio, en cambio, disuelve el matrimonio. Ante el supuesto, muy poco probable, de que la pareja quiera reconciliarse con efectos legales, debe volver a empezar. O, lo que es lo mismo, contraer nuevo matrimonio.

La mayoría de los asturianos se aferra ahora a la fórmula del divorcio rápido. Así, en 2005 se produjeron 2.174 divorcios frente a las 1.675 separaciones que contabilizó el Instituto Nacional de Estadística (INE). Pero los datos provisionales de 2006 son más esclarecedores: en los primeros nueve meses se registraron 2.724 divorcios (un 60% más que el año anterior) y solamente hubo 282 separaciones, lo que revela que esta forma de ruptura matrimonial cotiza muy a la baja.

La escalada de los divorcios es vertiginosa, dado que en el año 1998 hubo 1.102 rupturas, y en 2000, 1.128. Hasta la irrupción de la ley de 2005 las separaciones ganaban a los divorcios.

Muchas personas retienen la imagen de esas parejas que se tiran los trastos a la cabeza cuando dan carpetazo a su aventura matrimonial en el Juzgado. Sin embargo, cada vez hay más parejas que optan por el juego limpio. Tras la reforma normativa se han incrementado las rupturas amistosas: en 2005 hubo 2.227 divorcios y separaciones de mutuo acuerdo, frente a 1.622 procesos no pactados. La tendencia de 2006 es la misma. En los principales partidos judiciales, salvo el de Mieres, ganan con diferencia las rupturas pactadas, que son, además de más baratas, menos traumáticas que las otras.

Según la abogada Alicia Fernández del Castillo, el divorcio consensuado es una vieja batalla de los abogados de familia: «El pacto que hacen los cónyuges a través del Convenio Regulador es un traje a medida para esa familia en concreto. El juez, por muy justo que sea, tiene que resolver con lo que las partes exponen de su situación, pero el tiempo, lógicamente, es limitado. Es mejor aprender a manejar el propio conflicto. Las decisiones a las que se llega de mutuo acuerdo se suelen cumplir y no crean problemas en su ejecución».

Otra defensora de la reforma de la ley («Las causas que se establecían antes para conceder un divorcio no tenían ningún sentido y generaban un gran incordio a las parejas»), la jurista Margarita Fuente, secretaria general de la Universidad de Oviedo y experta en Derecho de Familia, señala que últimamente están adquiriendo mayor relevancia los servicios de mediación familiar en los procesos de separaciones y divorcios.

Pero, ¿qué es la mediación? «Se trata de la intervención de un profesional cualificado y neutral que ayuda a la pareja a reorganizar las relaciones de los miembros de la familia, de manera que el conflicto se resuelva de la forma más positiva posible para todos», señala Fuente, partidaria de que el sistema incida en un modelo «que procura que las parejas lleguen a acuerdos».

Una de las claves del divorcio rápido es que regula que los niños vivan alternativamente con el padre y la madre. Cuando los progenitores acuerden compartir la guarda y custodia, el juez deberá concederla, tras recabar «en todo caso» el informe del fiscal, que no será vinculante. También podrá escuchar la opinión de los hijos si lo considera oportuno o si lo piden el fiscal, las partes o los niños. El mayor punto de controversia es que el juez podrá conceder la custodia compartida, aunque no haya acuerdo en la pareja.

Fernández del Castillo considera que las parejas más civilizadas «y que son capaces de ver, a pesar del conflicto que viven, que es beneficioso para sus hijos no perder el contacto con ninguno de sus progenitores», optan por la custodia compartida o por acordar un régimen amplio y flexible de estancias y comunicaciones con el cónyuge que sale del domicilio familiar. A juicio de esta letrada, «resulta fundamental adquirir la destreza de llevarse bien después de la separación o el divorcio. Esto es un bien presente y futuro para los hijos y la mejor herencia que se les puede dejar; los hijos no se deberían utilizar como moneda de cambio frente al otro, pero lamentablemente esto aún se sigue haciendo».

La advertencia no es gratuita: «Los hijos necesitan a sus padres, y padre y madre se es para siempre. Un contacto de los hijos con sus progenitores con tensiones "por la otra parte" genera en ellos muchos problemas de futuro y se empiezan a percibir ya a corto plazo». De las 2.174 parejas que se divorciaron hace dos años, 724 tenían un hijo, y 176, dos. Otras 888 no tenían descendencia.

Fuente: LNE

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