jueves, 10 de mayo de 2007
Una misa en recuerdo de Evaristo Bango, benefactor de la cocina economica de Gijon
En la Cocina Económica ayer, más que nunca, tenía que celebrarse una misa de acción de gracias. Cumplido el año del fallecimiento del industrial Evaristo Luis Bango Escacho, la comunidad de religiosas y todos los colaboradores de la Asociación Gijonesa de Caridad se reunieron en la capilla de la asociación para recordar y orar por la persona que hizo posible «que hayan llovido muchos bienes sobre esta parroquia», como indicó en la eucaristía el padre Fidel Gil.
El capellán carmelita puso en valor el gesto de Luis Evaristo Bango (que ha dejado una herencia millonaria a la Cocina Económica), asegurando que «ha conseguido inmortalizarse con el mejor gesto, el del amor. Un amor por los demás que él ofreció y del que nosotros somos testigos».
Ese amor al prójimo se ha materializado en una lluvia de millones que el gijonés, convertido ya en el gran benefactor de la Cocina Económica, legó a la asociación en forma de numerosas propiedades en Gijón, Villaviciosa y Carreño, así como dinero en metálico para que se destine el 90 por ciento de ese monto a la construcción de una residencia para ancianos solos y en situación desvalida en el concejo.
Ese proyecto ya está en marcha, dando sus primeros pasos en el Colegio de Arquitectos de Gijón y con una parcela municipal reservada en la gran finca de la pecuaria de Somió, hasta que pueda hacerse la permuta con el Ayuntamiento, aportando la asociación, a cambio, alguna de las propiedades inmobiliarias del difunto para que el municipio gane -si es posible- pisos sociales.
Evaristo Luis Bango tuvo poca relación con la Cocina Económica. De hecho, no eran muchos los asistentes a la misa de ayer que le conocían. Sin embargo, durante años se interesó de forma indirecta por la institución y por las atenciones que prestaba a los desfavorecidos. Así lo recordaba ayer el presidente de la Asociación Gijonesa de Caridad, Pedro González. «Fue un hombre generoso toda su vida, pero llevaba una vida muy modesta y daba limosna a escondidas, sin que nadie se enterase. Durante años fui a verlo a su casa todas las semanas y me preguntaba por la Cocina Económica, por lo que hacíamos y por las atenciones que se prestaban», recordaba ayer el amigo, justificando así el inesperado y bienvenido legado. Evaristo Bango, incluso, quiso que su herencia se llevara sin publicidad, sin la notoriedad que el gesto merecía.
«Pero era algo imposible», reflexionaba el presidente de la asociación. Y sin gran notoriedad, pero con los corazones llenos de agradecimiento, ayer se rezó en la capilla de la calle Mieres por el difunto. «Para nosotras, que se haya acordado de esta casa es un testimonio para mucha gente. Nuestro sentimiento de gratitud, tanto a Evaristo Luis Bango como a todo Gijón -que siempre ha apoyado esta casa- es enorme», reflexionaba, a su vez, una de las hermanas de la comunidad de Hijas de la Caridad que regenta la Cocina.
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