Por encima de la fiesta, muchas instituciones y organizaciones nacieron con fines asistenciales, y de entre ellas, la de La Balesquida tiene desde su fundación, con escritura fundacional de 5 de febrero de 1232, en tiempos de Fernando III el Santo, el objeto principal de «recibimiento de pobres y necesitados», misión que cumplió cuidadosamente mientras pudo, pues en tal larga vida hay para todo.
Esa misión asistencial presidió también, muy posteriormente, para justificar desde las obras de Misericordia, la misión de otras asociaciones de festejos, y me viene ahora a la memoria la de Los Pilares, Nuestra Señora del Pilar, que procuraba asistencia en el entierro de los asociados e incluso subsidio para los deudos, lo que le valió gran aumento de asociados, allá por el primer tercio del siglo XX, cuando el desvalimiento era endémico entre las capas modestas de la sociedad.
Todo lo anterior puede tener que ver con lo que eran en Roma los Collegia, sociedades de ayuda mutua que se agrupaban para ocuparse de las necesidades de sus miembros. Generalmente, se agrupaban como miembros de un oficio común y durante mucho tiempo tuvieron gran éxito, especialmente los llamados Collegia opificum, es decir, colegios artesanos. Trajano funda en Roma el colegio de los panaderos y Severo estabiliza las asociaciones de comerciantes y artesanos en Roma y en las provincias.
En algunos de estos colegios se pagaba cuota para tener a cambio sepultura digna, y también solía ser tradicional el almuerzo a base de «buen vino», pan y cuatro sardinas para cada socio. Algunas de estas asociaciones contaban con la protección de ciudadanos ricos que pagaban los almuerzos sociales o dejaban posesiones para mantenimiento de la sociedad.
Salvando tiempos y espacios, ¿no cabe algún parentesco entre estas sociedades de ayuda mutua romanas y la Cofradía de La Balesquida, fundada por doña Velasquita Giráldez bajo la tutela de «los xastres y otros omes buenos»?
lunes, 28 de mayo de 2007
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