viernes, 4 de mayo de 2007
Carta de despedida a un amigo que se va
Recién me entero de tu partida, aquí me tienes con papel y boli -como tantas veces me viste cuando a primera hora de la mañana, con la excusa de haber quedado sin cuchillas, masaje o colonia, venías para echar una parrafadina-, juntando unas letras... ¡Esta vez son para ti!
Alfredo, convecino largos años de la calle de San Bernardo, proveedor oficial de los escolares de Gijón y su comarca (nunca te agradeceré bastante aquel novedoso Rapidograf que me vendiste y que me liberó de la traicionera bigotera que con sus inoportunos chinitos tantas láminas me hacía comenzar de nuevo) y amigo de verdad en los últimos años cuando, además de enseñarme a trazar circunferencias perfectas cogiendo el lápiz a lo Botticelli, hablábamos de literatura y me «tomabas» la lección sobre los dos libros que semanalmente me dejabas.
Alfredo, por imperativos de la edad, llegué a conocerte e intimar tardíamente, pero creo que llegué a tiempo, pues mientras paso a limpio estas cuatro letras, créeme, ya empiezo a echarte de menos. Fue un placer haberte conocido. Descansa en paz.
Alfonso Peláez
Fuente: LNE
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