jueves, 3 de mayo de 2007

Gijon capital de los lagares


Gijón es el concejo asturiano con mayor producción y consumo de sidra, aunque Villaviciosa y Nava se lleven la fama. Según las estimaciones de la Asociación de Lagareros, aquí se corchan más de 13 millones de litros al año y existe una ingesta per cápita superior a los 50 litros. Es lógico pensar que la economía local bebe del sector sidrero, del que bien podría ser capital la parroquia de Cabueñes, pues concentra siete de las 26 empresas de sidra desperdigadas por el concejo.

Es la herencia de haber sido, durante décadas, una de las zonas de Gijón más volcadas en el cultivo de la manzana. Pomaradas quedan pocas, pero lagareros como Luis Alberto Acebal, de 41 años, mantienen su actividad en Cabueñes, que actualmente representa en torno al 18 por ciento de la producción global del concejo. Con él, la saga familiar ha dado el salto a la fibra de vidrio, el acero inoxidable y la fermentación controlada. Una revolución que estalló a principios de los 90, alimentada por las subvenciones del Principado, y que modernizó el mundo de la sidra.

«Ahora, si se te estropea un tonel de madera, apenas hay profesionales para arreglártelo y la reparación puede costar unas 200.000 pesetas de las de antes, mientras que un depósito nuevo de fibra anda por el medio kilo», explica. Cuando instaló los primeros depósitos de fibra y acero inoxidable, a los ortodoxos de su entorno le salieron sarpullidos y «no hacían más que preguntarme: ¿Pero no ves que esto va a parecer una lechería? Lo cierto es que si mi bisabuelo Benito -fundador del lagar- levantase la cabeza...».

Ese episodio ya es pasado. La actualidad de la sidra viene marcada por los fondos de la Unión Europea, por la denominación de origen, por las ganas de abrirse mercado más allá de Pajares y por anteproyectos de ley como el que pretendía regular el consumo de alcohol. Para alivio del sector, la ministra de Sanidad se ha echado atrás. «Si se hubiese aplicado esa legislación, habrían desaparecido desde las romerías al "Guinness" de escanciado de Poniente, porque lo consideraban "botellón"», según Acebal.

El cambio climático jugaba, además, en su contra. A veranos más cálidos, manzanas más azucaradas y sidra con más alcohol. El caldo astur ha alcanzado ya los 6 grados. Esta graduación es «un punto y pico» superior a la de hace cinco años. «Aunque no llegamos, ni mucho menos, al vino», puntualiza Luis Alberto Acebal, por si acaso la ministra Salgado vuelve a las andadas.

El sector tiene ahora otros problemas de los que preocuparse. «Este año pasado, sólo nos faltó ir por manzana al súper. Se está volviendo a plantar bastante pomar, pero no dará frutos hasta dentro de seis o siete años», explica Acebal. A la escasez de materia prima se suma la saturación del mercado: «El consumo llegó a su techo; hay que sacar la sidra fuera de Asturias». ¿Cómo? «Podría estudiarse un sistema de franquicias para extender el concepto de chigre y montar una escuela de escanciadores para nutrir esos negocios», propone.

Su colega Juan José Tomás le hace al sector su propia radiografía. A sus 32 años, es propietario del lagar J. R. de Cabueñes y uno de los empresarios de la sidra más jóvenes de la región. A su juicio, la actividad sidrera padece tres males. Por un lado, «existe mucha competencia que nos obliga a estar presentes en el mercado aunque haya poca manzana». Por otro, «en el proceso cada vez tenemos más intermediarios que quieren pillar bocado». Y, además, «los precios están estancados; el año pasado, fue la primera vez en diez años que subimos la botella de sidra».

Tomás compró en 2004 el lagar para el que había estado trabajando desde los 16 años. Su anterior dueño, Amador Rodríguez, falleció de forma repentina sin dejar hijos, y Juan José quiso tomar el testigo de este negocio, casi centenario. Cree que la sidra «es complicada», más ahora que Bruselas está cerrando el grifo de las subvenciones, «porque dejamos de ser los más probes». Aun así, decidió que su forma de vida iba a estar entre cajas de sidra, que, si se tercia, él mismo reparte.

«El sector tiene futuro. Lo que hace falta es que, con la denominación de origen y la sidra seleccionada, no se pierdan les pumaraes tradicionales. Yo, por ejemplo, estoy plantando variedades de manzana de siempre», asegura. En sus depósitos madura una sidra «suavina» que, según explica, es la que gusta a la gente joven. Los jóvenes son el pilar del consumo actual. Como él lo es del sistema productivo.

Fuente: LNE

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